No, a nosotros no nos pasa como a los Gobiernos: debemos hacer que nuestra deuda total reduzca, y cuando llega el recibo de la hipoteca debemos pagarlo,calculando, pasito a pasito, lo que nos queda todavía por abonar, pues sabemos que de nuestra hipoteca deberemos devolver hasta el último céntimo.
En cambio, para los Gobiernos, y para ciertas empresas escogidas por el dedo mágico de los bancos centrales, las deudas son una pura gracieta, pues absolutamente nadie piensa, ni de broma, en devolverlas cualquier día, sino sencillamente se refinancian, produciendo nueva deuda a fin de que se pague de esta manera la precedente.
La deuda del Gobierno es ilimitada mientras que logre poner sus emisiones, y las emisiones se ponen en dependencia de múltiples criterios, entre aquéllos que se cuenta la solvencia del país, la estabilidad de sus cuentas y, pro qué no decirlo, la docilidad que muestre su Gobierno en el momento de hacer lo que le mandan y no dar la paliza con ideas peregrinas o/u ofertando a sus ciudadanos servicios que no se corresponden con la auténtica riqueza del país.
Pues ahí es donde verdaderamente radica el problema: en las democracias, gana las elecciones el aspirante que más servicios gratis ofrece, el que reparte paguitas, el que edifica carreteras y el que inaugura centros de salud. Es normal: la gente desea tener más por menos y presta su apoyo al que le ofrece esa alternativa. ¿Y quién lo pagará? Eso no importa: cuando llegue la hora, ya se va a ver, y si no, puesto que el que venga que arree.
Los ciudadanos de las democracias, sufren de un infantilismo poco a poco más acentuado que les impide distinguir lo público de lo privado o bien que les cierra los ojos a todo cuanto no sea corto plazo. ¿Qué ocurriría, y en verdad ha sucedido ya, si a personas que no pueden abonar las mejores hipotecas se les ofrece de todas maneras la casa de sus sueños? Puesto que que la admiten, la gozan el tiempo que pueden, y después cuentan lo que sea cuando llega el desahucio o bien sencillamente se encogen de hombros.
Así de sencillo nos dicen en fercogestion fue la crisis subprime, organizada por una conjunción de incentivos perversos: las personas deseaban aquellas residencias, los bancos deseaban dar aquellas hipotecas para titulizarlas, los tasadores deseaban valorar alto pues cobraban a porcentaje y los empleados de la banca deseaban admitirlo todo, por el hecho de que les daban un bonito plus de productividad. ¿ Y qué sucedió entonces? Lo que vimos: crisis del sistema de finanzas, rescates, leñazo, tentetieso, desempleo y una depresión de la que no hemos salido todavía.
Puesto que en eso temo que estamos recayendo: en otra crisis, mas esta vez de los Estados subprime, Gobiernos a los que se les presta sabiendo que no van a poder devolver el dinero. Gobiernos medio arruinados, que no generan nada, y que todavía de esta forma logran refinanciar su deuda, por el hecho de que hay por ahí un montón de gente con los incentivos equivocados para sostenerlos de pie.
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